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lunes, 22 de octubre de 2007

Adiós a un grande de la radio...

Nos ha dejado Jose Antonio Cebrián. Director del programa La Rosa de los Vientos, de Onda Cero. Se lo ha llevado un infarto a los 41 años de edad.

Me cuesta escribir éstas líneas, porque no se qué decir, con el añadido de que no conocía lo suficiente el programa ni obviamente la persona. Lo escuché unas cuantas ocasiones aunque menos de las que me hubiese gustado, dada lo intempestiva de su emisión.

He aquí el lema del programa:

Donde la noche se enamora del misterio, y envuelve con su capa a esas almas heridas de soledad, para que no mueran de frío. Donde la noche se transforma en una luz y acuna la imaginación y los sueños de libertad. Donde la esperanza camina de la mano del saber. Donde te espero, en la Rosa de los Vientos.

Os dejo un texto encontrado en un diario canario en referencia a la triste notícia:
Estoy hondamente entristecido, pareciera que un familiar cercano se me ha ido. Hoy huérfano me ha dejado la radio, el maestro Juan Antonio Cebrián, el inventor del más hermoso programa radiofónico de todos mis tiempos, nos ha dejado.

Uno que descubrió pronto ese artilugio asombroso, se hizo adicto a las ondas, con ellas, crecí imbuido en su magia, atrapado por su hechizo, profundamente hipnotizado por su embrujo. Un conjuro fascinante en la soledad embelezada de esas noches largas, de quien escucha atrapado e insomne voces cautivas que te cuentan fábulas, quimeras, leyendas, historias ciertas y que forman para siempre, una parte imperecedera de tu vida, transformándote sin saberlo, en mejor persona. Como sólo sucede con las cosas bellas.

Fue una noche de septiembre del noventa y uno, cuando escuché por primera vez al maestro en su Turno de Noche, junto a un enigmático Germán de Argumosa. Descubrí un mundo aparte tan real y seductor que me tornó noche tras noche en un adicto a su prodigioso verbo y su delicada inventiva, todo un programa de culto, para los incondicionales que amamos, la buena radio, en mayúsculas y sin aditivos, y en los tiempos que corren, sin desabrimiento alguno, que ya es pedir…

Han sido dieciséis años, que se dice pronto, formando parte de los quehaceres de uno, ese intruso decidor, para desvelo de mis sueños, que me atrapó consentidamente, con ese magnánimo, digno y noble programa rebautizado como “La Rosa de los Vientos”.

Y es que Juan Antonio, siempre “feliz como una lombriz”, supo hacer de su profesión: “la de locutor de epopeyas”, un bendito arte, y de cada uno de sus pasajes de la historia, la narrativa radiofónica más bella jamás contada. Y como sólo los genios innatos de cualidades sobrehumanas y corazón transparente saben hacer, transformó la noche, en lo mejor de la radio, para desventura de mis vigilias.

Pareciera, de veras, que se me ha ido un amigo íntimo, aquel con el que compartes mitos, vivencias y anhelos, como pocos en la radio son capaces de crear, ondas hertzianas utópicas de una Rosa de Los Vientos mítica convertida ya para siempre en la alegoría viva, de un romántico y humanista, que me provocó querencia, parcialidad entusiasmo, pasión y eterno amor, por la radio.

Nos dejas Cebrián, reminiscencias de una felicidad indescriptible de quien transmite el ímpetu sosegado y la locura entusiasta que lleva dentro. Gracias maestro por tantas y tantas noches pegados a una radio, soñando con mundos ajenos, en azul y verde o cuestiones trascendentes del propio hombre…cuya respuesta espero encuentres…

Hasta siempre, escribano de la radio, te echaremos mucho de menos...

http://canarias24horas.com/index.php?option=com_content&task=view&id=39003&Itemid=387

1 comentario:

KENZO dijo...

Fue un grande la radio y a pasado seguro a ser un gran mito, yo lo escuche durante años en sus diversos programas, y era una gran comunicador...

Es una lastima y una gran perdida, ayer escuche el especial que hicieron de el en su misma emisora, y no pude evitar el emocionarme , al escuchar las multiples anecdotas que explicaban sus compañeros...

Descanse en paz, y siempre lo recordaremos, pues el nos arropo muchas noches en nuestras camas.